A pesar de todo no tengo miedo. A pesar de que el mundo se mueve con una vertiginosidad increíble y que cada día de nuestras vidas pasa rapidísimo, estoy aquí plantada con los pies enterrados en la tierra, sin atreverme a dar marcha atrás ni caminar hacia delante. No quiero volver a ser quien era, y no estoy segura de querer ser quien creen que seré. No es miedo, ni inseguridad, es que los brazos de la felicidad me rodeen y me paralizasen. A pesar de lo que piense el resto, no quiero crecer, ni decrecer. No quiero madurar ni inmadurar. Quiero quedarme eternamente como estoy. Con todo lo que tengo y lo que soy.
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