Separados, ambos tenemos sentido. Pensamos con la cabeza y sentimos con el corazón. Cada cosa está en su lugar, y funciona como es debido. Sonreímos cuando tenemos que sonreír, lloramos cuando lo debemos hacer y nos enfadamos en el momento oportuno. Somos dos personas, como cualquier otra.
Juntos no.
Nos descontrolamos. Montamos nuestra propia selva en la cama, donde nosotros somos los reyes. No pensamos, no sentimos nada más allá del deseo y la pasión. Todo pierde el orden, pero no nos importa, porque no hay ya nada que nos importe. No sabemos como debemos reaccionar por lo que nos dedicamos a consumirnos en abrazos y desatar la rabia en forma de besos.
Dejamos de ser dos, y formamos solo uno.
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