Buscas un aliento de vida.
Ganas de renacer y ser fuerte. Te enfrentas a todo lo que antes podía contigo. Te lo ves venir. Algo dentro de ti se enciende; una pequeña chispa, una pequeña llama. Pero el fuego se propaga, lentamente, lamiendo cada parte de tu cuerpo y tu corazón, tragándose la oscuridad de tu interior. No necesitas a nadie. Te tienes a ti y a tu fuerza. Buscas una nueva perspectiva de juego. Y de repente, te haces más fuerte. Aprendes a anticiparte a las cosas que te duelen. Aprendes a ser superior a ellas. Porque ya no hay nada que te pueda fastidiar. Eres indestructible. Y, junto con ese fuego que te abraza; tus ojos cafés se encienden. El brillo de tu mirada inocente desaparece, y deja paso a la rabia consumida. No volverás a ser débil; porque ya; no necesitas ningún aliento de vida para sobrevivir.
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