Juste mon monde.

Caen las persianas. Oigo el tráfico a lo lejos. Al frío tocando en mi ventana y a la noche cayendo con las últimas conversaciones. A mi, me duele la cabeza. Pero estoy sumida en una paz absoluta. Sólo quiero terminarme el vaso e irme a la cama, pero algo me deja ligada a este mundo. Algo me invita a pasar mis manos por el teclado. Y como por arte de magia, se conecta la música. Me encanta, me hechiza. No lo puedo evitar. Y al ritmo de la música, vuelan mis dedos sobre las teclas. No siento nada. Estoy en un estado de embriagadez. La canción corre por mis venas igual de rápido que mi cerebro manda a imaginar a mis manos. Dejo de ser yo, y empiezo a formar parte de un mundo mejor, más fácil, y más bonito. Mi cuerpo se emborracha poco a poco de las notas musicales. Y las transmito como puedo al ordenador. Delirio. Ya, ni pienso. Me limito a escribir, a soñar y a huir de mi. Me convierto en quien realmente quiero ser. Y de repente; termino. Todo se para y vuelvo a la realidad, deseando jamás haber dejado ese lugar.