¿Te acuerdas cuando cometías un error? Mejor sería preguntar si te acuerdas cuando te podías permitir el lujo de equivocarte. Cuando todos te miraban, te sonreían y te decían que no pasaba nada, que eso se arreglaría. ¿Te acuerdas de esos momentos? Cuando no se te caía el mundo encima por haberla pifiado, cuando los amigos no se perdían porque te hubieras equivocado. Porque siempre nos sirvieron las lágrimas de cocodrilo y un perdón desesperado. Cuando nos valía actuar. Bellos errores que podías cometer. Bellos errores que te perdonaban. Bellos errores que no son tan bellos si los cometes ahora. Porque aunque hoy por hoy, si cometes un bello error, ni el más sincero de los perdones ni las lágrimas más verdaderas; te salvarán de que te acusen.
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