El silencio cuesta dinero.

Cuando lo tienes todo, nada es lo único que necesitas. Largos vestidos rosas palo tacones de vertigo y sonrisas de anuncios. Caviar, Bacardí, pulseras de Guess. Ojos adinerados y billeteras llenas. Grandes salones y largas noches. El peso del dinero en la espalda. Ropa, amigas, chicos. Y aún así, ella estaba en ese escondido jardín, viendo como La Luna bailaba en el inmenso cielo negro. Un suspiro con sabor a rojo Channel escapó entre sus maquillados labios. Sus brazos, descansaban agotados en su regazo. Dentro millones de dólares la esperaban, pero ella no los necesitaba. Solo quería sentirse normal. Quería volar con los pies en suelo, quería sentir sin pagar por las emociones. Quería herirse, caerse y levantarse por su propio pie. Puede que ella no sepa que sus manos de princesa no soportaban los rasguños de una vida frenética. Aún así, ella apostaría por lanzarse al vacío desnuda, sin joyas que la empujen hasta lo más profundo. Porque cuando lo tienes todo, nada es lo único que necesitas.