¿Nos mudamos del país de Nunca Jamás? Ya nadie cree en los cuentos de hadas, en príncipes azules y besos que salvan vidas. ¿Entonces, por qué seguir aquí? Nos hemos acostumbrado tanto a que los animales se disfracen de héroes, que ya no diferenciamos un sapo de un príncipe. Solemos creer que la armadura de los caballeros es de hierro indestructible, cuando realmente es puro papel platina. No entendemos el valor de una mirada, un gesto, o una acaricia.Ya no hay besos sanadores, ni amores tan puros que salven vidas; porque nos hemos quedado sin sentimientos. Besos vacíos de corazones huecos. Somos auténticas máquinas incapaces de sentir amor por nadie más que nosotros mismos. Hace ya tiempo que escondimos la llave de nuestro corazón por temor a que nos lo robasen. Hemos echado candados sobre nuestra mente para ser tan impredecibles como los huracanes y hemos apagado nuestra fé. Nos convertimos en los villanos de los libros; destruyendo cualquier rastro de felicidad. En este mundo al revés, en los que los locos son los valientes que se atreven a vivir y las personas cuerdas los que se limitan a existir. Pero, a pesar de todo, ambos seguimos formando parte de la misma historia, en el que algunos luchan por mantener viva la magia mientras el resto del mundo intenta apagar toda chispa de esperanza. Formamos parte del mismo cuento. Pero, como en todas las historias, siempre llegamos al desenlace. Y, a pesar de todo, sigue estando en nuestra mano escribir un gran final.
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