El mundo gira a su alrededor, y él está en el medio. Mire por donde mire, está rodeado de felicidad ajena. Le hacen creer que es el centro de su mundo, pero a pesar de todo, se siente excluido. Como si fuera invisible. Mientras todos ríen y se divierten, él está ahí fuera sentado en esos escalones de piedra a merced de cualquier impulso se marcharse. El cielo comienza a oscurecerse, nubes tras nube se van acumulando delante del Sol. Se siente solo, pero, de repente, asalta a su mente el recuerdo de alguna persona que le dijo que siempre le apoyaría, bajo cualquier circunstancia. Una chispa se enciende dentro de él, dando luz a la oscuridad que abrumaba su corazón. Echa a correr por las calles de adoquines buscando a esa persona tan especial. Pero cuando llega, ya no está. Él se ha olvidado de cuidar la flor de la amistad, y ahora ha desaparecido. Ya, el Sol es sólo un punto borroso de color naranja entre tanta negrura; y pronto, rompe a llover. Sus ojos también pierden visibilidad tras el cúmulo de lágrimas que su orgullo impide soltar. ¡No quiere llorar! Aguanta todo lo que puede; hasta que apreta tanto sus puños que el color de su piel se torna blanco. Pero ninguna muralla es invencible, ninguna armadura es infranqueable y la primera lágrima recorre sus pálidas mejillas, baja por sus finos labios y llega hasta la barbilla. Pero es una lágrima luchadora; todavía no quiere morir, por lo que se queda ahí suspendida en el filo de la cara, como un vagón suelto en lo alto de la montaña rusa, preparándose para la inevitable caída. La ve estallar contra el suelo mientras se pregunta si realmente hay alguien que le eche de menos en esos momentos. Su mente, cortante, le responde que no. Y de pronto se derrumba todo. Ve con sus propios ojos como lo que ha creado muere y no puede hacer nada para evitarlo. Sigue lloviendo a cántaros y ya está calado hasta los huesos. Tiene la ropa y el cabello empapados, pero le da igual. "si al mundo no le importo yo, ¿por qué me ha de importar el mundo a mí?" se dice para sí mientras mira el charco de agua que se ha formado a sus pies sin estar seguro si su origen ha sido la lluvia o sus lágrimas.
Y se aleja vagando entre calles, a la espera de que algo, le devuelva el Sol que un día vio desaparecer.
Mira sinceramente tu blog me ha llegado muchísimo, cada entrada es inreible, me siento identificada, cada palabra, tu forma de expresarte, no he visto muchos blogs, todo hay que decirlo, pero sin duda este es el que más me a impresionado gratamente de todos. Sigue escribiendo que aquí estaré yo para leerte :)
ResponderEliminarUn besazo.
Muchísimas gracias por tu tiempo.
ResponderEliminarPues busca, que hay millones mejores que el mio.
Besos.
Sarah McCoy