Esta vez no estás solo. La música revienta fuertemente tus tímpanos golpeando los altavoces y volviendo loca a la gente. La noche es larga. Las luces de neón brillan más que nunca. Las manos se alzan en el cielo y todos comienzan a saltar. Muchos tacones por aquí, muchas faldas por allá. Chaquetas y corbatas caen. Se respira sudor, sexo y alcohol, haciendo un cóctel igual o incluso más excitante que el que sirven los extravagantes camareros. Chicas restregandose por los pantalones de los chicos y éstos sobándolas a ellas. La mesa de mezclas a reventar. El DJ sofocado, baila. A tu alrededor se crea una atmósfera de deseo, diversión y embriagadez que incluso cuesta respirar. Pero tú no te ahogas. Te adaptas fácilmente, porque ya estás acostumbrada. De echo, la noche es tuya.
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