Jealous.

Ya no somos personas. Menos amigos y más desconocidos. Estamos atados a nosotros mismos. A una cadena que nos une y nos obliga a estar juntos. Como si fuera un "para siempre" que envenena el aire y nos asfixia lentamente. Sostenemos un título de "mejores amigos" que nos queda demasiado grande. Nos hemos cansado de llevar ya esas cuerdas que nos encarcelan al otro. 

Sí, es cierto que un día, no prometimos una amistad eterna. Que si tú dabas un paso, yo la daría contigo. Que si yo me caía tú también lo hacías. Nos prometimos continuar entrelazando nuestros caminos, nuestra amistad. Pero entonces, apareció ella. Se cruzó en medio y me cortó el paso. Empezó a ser ella quien caminaba y se caía contigo. A mí, embobada por el egoísmo, me pareció bien, ya estaba un poco harta de caminar. Pero entonces, me dormí en los laureles. Vi como te ibas con ella. En ese momento, desconcertada, me quedé quieta, incrédula. No supe que hacer para traerte de vuelta. Entonces te grité, te pedí que no me dejaras ahí sola. Pero ya era demasiado tarde, estabas ciego y sordo. Tus ojos solo buscaban esconderse de los míos y tus oídos eliminaban cualquier nota de mi voz antes de que llegara a tu cerebro. Estaba sola. Perdida. Gracias a que yo quería ser libre, tú no quisiste escuchar que...

cuanto más te alejabas, más aire me faltaba.