Rondaba un 14 de febrero en algún lugar remoto. Era San Valentín pero ella ni se había dado cuenta. No se había parado a pensar que día era, ni que coño hacían miles de globos y de rosas rojas tirados por las calles. O quizás no había querido darse cuenta. Quizás pretendía quedarse ciega de emociones, quizás quería olvidar que era humana. Pero su capacidad para olvidarse del mundo cesó cuando un envejecido hombre le entregó unas flores por encargo de un misterioso chico. Estaba rondando por las calles de Madrid, el sol brillaba e incluso se podía decir que hacía calor. Pero a ella le recorrió un escalofrío tan grande que quien la viera, pensaría que estaba muriéndose de hipotermia. Nadie presenció como salió corriendo. Nadie escuchó el golpe de la puerta al cerrarse. Nadie la vio llorar. Nadie se preguntó que hacían unas preciosas flores en un cubo de basura. Porque estaba sola.
No sé cómo lo haces, pero todas tus entradas son realmente impresionantes.
ResponderEliminarEscribes muuuuuy bien.
Gracias cielo.
EliminarEspero que tú (ni yo) tengamos que dejar a unas preciosas flores en el cubo de la basura.