La querías. Por eso te preocupabas por ella. Por eso le llorabas en silencio. Consumiste tu alma buscando una manera de estar juntos. Vendiste el corazón al diablo si al menos tenías una hora con ella al día. Habrías hecho muchas cosas más a cambio de tenerla. Tenía novio; pero aún así; sabiendo que no era tuya, le tomaste la mano y se escaparon juntos. Le diste todo de ti. La amaste desde lo más oscuro de tu corazón; y con todo tu cuerpo. Multiplicaste tus virtudes para que jamás pensara en olvidarte. Luchaste por ella. Y aún así; se fue. Se llevo todas esas virtudes, te dejó en deuda con el diablo. La fé y la esperanza de que volviera, también se la llevó. Y se fue más pronto de lo que había llegado. Marchitó tu corazón y, ¿ahora te toca volver a sufrir? No lo hagas. Porque aquí estoy yo, para sanar tu corazón y devolverle la sonrisa a tus labios.
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