No se echaban de menos; porque sabían que tenían todo el tiempo de su vida para ellos.

Estaban rodeados de comentarios; de mentiras y de opiniones que intentaban separarlos. Pero para ellos, estaban solos. Sólo el uno con el otro. No importaban los demás. Ni siquiera creían que existiera ninguna persona más que la primera del plural. Porque para ellos lo eran todo. Nadie sería capaz de romper esa conexión. Porque sí; había una fuerte conexión que los unía; y ésta, iba más allá del amor. Y eso se lo demostraba él a ella con sus besos y sus mañanas cuando le llevaba el desayuno; y ella a él con sus miradas y sus noches dormida acurrucada en su pecho oyendo como los latidos de su corazón y el de él se acompasaban hasta formar solo uno. Se querían; y eso nadie consiguió cambiarlo nunca.