Eres como un martillo, todo el rato clavando clavos en mi cabeza. Como una canción estúpida que se te pega y no paras de cantarla. Como la risa tonta; o como un baile que nunca termina. Todo el rato ahí. Fastidiándome. Es que...¡Arg! me da rabia. Porque no puedo sacarte, o al menos olvidarte un segundo. Es que no puedo. Es una sensación idiota, como cuando crees que te has olvidado algo. Pareces una maldita mosca que no encuentra el hueco para salir por la ventana. Dios. Eres peor que el hambre en África; no paras nunca. Te lo he pedido por favor. Vete. O mejor; ven, bésame y de comerme la cabeza.
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