Me miras. Te miro. Sonríes. Sonrío. Te acercas y te quedas a doce milímetros de mis labios. No puedo aguantar que me hagas eso. Aunque eso se me nota; porque me lancé a por tus besos. Besos, besos y más besos. Te apartas me sonríes y me acaricias. Y luego siguieron besos, besos y besos. Me aparté, miré tu sonrisa y me mordí el labio.
Fue entonces cuando no tuve nada claro el límite entre la realidad y la ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario