El viento ruge. Se cuela por el balcón y hace crujir la madera. Los atrapasueños se vuelven incluso escandalosos. Las hojas, los apuntes y las libretas vuelan por todos lados. Estás en mitad de una tormenta. Te limitas a forzar la mandíbula. 1,2,3...el lápiz que aprietas en tu mano está a punto de romperse. Tu mirada está clavada en algún lugar lejano, ávida de pelea, llena de rabia. 4,5,6...con el rabillo del ojo ves tomar impulso a la ventana de tu derecha. Desechas la oportunidad de pararla. Simplemente cierras los ojos esperando el golpe. 7,8,9...el viento es tan fuerte que hace mover las cacerolas de la cocina. Aprietas a un más el puño, la ventana se precipita a gran velocidad contra la pared, las cacerolas se mueven tanto que una está a punto de caer. 10,11,12...abres los ojos y la tormenta explota. El lápiz se estalla dejando microscópicas astillas en la palma de tu mano. La ventana choca contra la pared haciendo añicos los cristales. El caldero se cae y se oye el estruendoso rebote metálico contra el suelo. 13,14,15... Aflojas la mano y lloras, preguntándote "¿por qué?". Golpeas la mesa haciendo volar los restos de lápiz. 16,17,18...Después, todo se calla. La tormenta ha pasado. Todo ha acabado. Pero sigues sin estar sana y salva. Sólo; estás en el ojo de la tormenta.
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