Y no sé cómo, pero sigo viviendo al borde de la obsesión.
Ya no sé distinguir que es real y que ha sido mentira. +
Que está bien que haga y qué no.
Yo me siento genial, pero después vuelve a aparecer cuando menos me lo espero.
Suicidarme sería darle la razón, y yo soy fuerte.
Tanto, que prefiero quedarme al borde.
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